domingo, 13 de marzo de 2016

Ahora o Nunca




“El destino de Abu Simbel está ahora en la balanza. La Unesco ha lanzado un llamamiento de «ahora o nunca» a los 100 Estados Miembros que la componen, pidiéndoles contribuciones voluntarias para salvar a los dos templos colosales de Abu Simbel de una destrucción inevitable al quedar concluida la gran presa de Asuán e inundarlos, sepultándolos bajo sesenta metros de agua.”


Así comienza la publicación que la UNESO realiza en su revista El Correo. Una ventana abierta sobre el mundo en octubre de 1961 sobre la necesidad imperiosa de interceder en la salvaguarda de los templos de Ramses II y Nefertari. Hoy, dos años después de cumplirse medio siglo ya de dicha intervención, se trae a coalición para dar a conocer esta encomiable labor llevada a cabo. Muchas fueron las personas que se adentraron en esta aventura, casi 900, según pública El País en su noticia del 11 de abril de 2014, y de ellas, todavía hoy, quedan testimonios vivos de aquélla obra.


“El de Abu Simbel fue el trabajo más emocionante en el que he participado" Ragnar Fossgaard.


El templo.


El trabajo originario que conllevó la edificación de los templos perduró en el tiempo una veintena de años, aproximadamente. Levantado con el fin de reforzar la religión de los faraones, tras el declive de la civilización egipcio quedó en manos del más profundo abandono del tiempo. Sin embargo, unos 3000 años después, Johann Ludwig Burckhardt se lo encontró enterado casi en su totalidad. Inconveniente que no pudo ser solventado hasta que en 1817, Giovanni Belzoni, amigo de aquél, consiguiese excavar un pequeño acceso al templo. 



El Nilo.


De sobra es sabido ya como desde períodos muy remotos el desbordamiento del Nilo era un fenómeno que se repetía, en mayor o menor medida, anualmente. No obstante, lo impredecible de este hecho provocaba unas constantes pérdidas de cosechas por defecto de abundantes aguas y, por su contra, por el exceso de crecida que muchos años se producía. Ante esto, la medida que se decidió tomar fue la de la construcción de una prese que regulase todas estas inundaciones. Así, en 1899 se inicio una primera presa por parte de los británicos que pronto se mostró demasiado deficiente. Además, cuando en 1946 ralló el límite de su capacidad, se decidió que, en vez de volver a agrandarla como se hizo en 1912, se realizase otra segunda presa ocho kilómetros más arriba del rio, en Asuan. Ésta, además, mantenía la ventaja, junto con la de controlar las crecidas, de garantizar la energía eléctrica a gran parte del país. Sin embargo, tuvo una gran carencia que, por otro lado, no impidió su construcción. Resultado de esto, se formaría un gran lago, el Nasser, que ocultaría bajo sus aguas una importante cantidad de monumentos del antiguo Egipto, entre los que se encontraban los templos de Abu Simbel. 



La Unesco. 


Es ahora, por tanto, cuando la UNESCO tuvo que hacer su aparición para evitar la aparente inmovilidad de las naciones ante este grave problema. Entre las propuestas que finalmente se propusieron, destaca la realizada por William MacQuitty de mantener los monumentos en sus emplazamientos naturales y construir en de redor de ellos una presa que los salvaguardase del agua. Una idea muy bien acogida, ya que al fin y al cabo, era la que mejor se planteaba en términos de conservación. Sin embargo, la carrera contrarreloj a la que se enfrentaba acabó llevando a la necesaria conclusión de intentar salvar cuantos más templos mejor. Muestra de ello, y del agradecimiento egipcio al pueblo español por su colaboración, es la posesión del Templo de Debod.



Abu Simbel.


La suerte que corrieron los templos de Ramsés II se establecieron en junio de 1963, cuando se decidieron seccionar el monumento en grandes bloques para elevarlos, 65 metros en altura y 200 en profundidad, a una posición alejada del agua. Un año más tarde, comenzaron las obras de catalogación, desmontaje, restauración y colocación de cada pieza como si de un gigante puzle se tratase, hasta que en 1968 se completase la gran empresa.



Marcos Manzano a 13 de marzo de 2016.

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